lunes, 29 de enero de 2018

APRETANDO

Me acabo de dar cuenta de otra metedurilla de pata sin apenas importancia. Que cometo todos los días en el trabajo.

Para entrar y salir de la biblioteca hay que apretar un botón que hay a un costado, que hace que las puertas se abran automáticamente. Muchos usuarios no ven el botón y forcejean con la puerta, que a lo bruto también se puede abrir manualmente. Yo, solícita como soy, cuando los veo pugnando por salir les digo desde mi puesto: "Press the button!", pero no parece surtir efecto. Probablemente no lo digo suficientemente alto. Ojalá sea eso. Porque una súbita iluminación acaba de caer sobre mí y he corrido a confirmar si lo estoy pronunciando bien. Ingenua. 

En mi mente, yo veo la palabra escrita correctamente (button), pero la pronuncio como "bottom". Que significa "culo". Así que llevo un mes aconsejando a los usuarios que para salir, aprieten el culo. Ahora que lo pienso, quizá SÍ seguían mis indicaciones. Cómo saberlo...

Y estas son sólo las pifias de las que me doy cuenta.

jueves, 11 de enero de 2018

MACPEPE

Estaba esperando a ir a España para cortarme el pelo, pero si lo hago en Ryanair me cobrarán un recargo por exceso de peso, así que busco una academia aquí. Las peluquerías son prohibitivas, y no quiero dejarme 50 libras sólo en cortarme las puntas. No olvidemos de dónde vengo. Así que me arriesgo a ponerme en las manos de una aprendiza. Total, si me hacen un estropicio, el pelo crece rápido. Lo peor que me puede pasar es que me dejen calva, y ya he pasado por eso, -en una peluquería normal, por cierto-, así que quién dijo miedo. 

No me dejan como Sinéad O'Connor. Me dejan como Pepe el Marismeño. Estoy por dejarme bigote, porque parezco un tío desaliñado. Así por lo menos estaría más varonil. 

lunes, 1 de enero de 2018

NOCHEVIEJA

Invito a Chris, a su madre y a Filippo a cenar en casa y me empleo a fondo. Filippo es cocinero y tiene la encomiable capacidad de decir lo que piensa sin anestesia, así que me siento un poco presionada.

Por suerte tengo bastante tiempo, porque él trabaja hasta tarde. Al final, por una serie de equivocaciones (de las que por una vez no formo parte), empezamos a cenar a las once y media de la noche, y la madre de Chris aún no ha aparecido. He preparado un plato con doce uvas para cada uno. Me informé y me dijeron que en la BBC retransmiten las campanadas, así que podré acabar el año con esta tradición milenaria. Está bien: centenaria, por los pelos y por motivos económicos, todo muy terrenal. Pero me divierte, qué pasa. En fin, que aviso a Chris y a Filippo de que yo a las doce haré lo de las campanadas y luego seguiré comiendo, y les ofrezco un plato a cada uno por si quieren seguirme. A menos diez me pongo a buscar en la tele, pero en la BBC hay un grupo cantando “Auld lang syne”: ni rastro de una mujer con un vestido poco invernal ni un hombre con una capa frente al Big Ben. Busco en diferentes canales, pero nada. Vuelvo al principal. Ahora hay una chica cantando una canción celta. Muy bonita, pero ¿dónde está el Big Ben? Corro a por la radio de Claire, a ver si tengo más suerte. No sé cómo tiene las pre-sintonías puestas, que sólo localizo un canal de música clásica y otro de música no clásica. Llaman al timbre de abajo. Es la madre de Chris. A las 23:59 h en Nochevieja. Abro la puerta como un huracán e imploro a la tele, mientras veo un pequeño número 8 sobre la pantalla. Luego un 7, un 6… No me fastidies, ¿es ya la cuenta atrás de las campanadas? ¿Sin reloj ni nada? Doy un grito, mis amigos me miran sin comprender, y me abalanzo sobre el plato de uvas, embutiéndome un puñado sin contarlas, mientras Filippo me imita y Chris se descojona. Me meto la otra mitad, llega la madre de Chris y la saludo con un gesto, las mejillas como un hamster en un buffet libre, mientras me tapo la nariz para impedir que las uvas se salgan por allí. La perfecta anfitriona. Cuando consigo deglutir, cojo mi vaso de zumo y brindo chocándolo con los vasos de zumo de Chris y Filippo y el de agua de Anna. Si esto no es entrar con glamour en el 2018, yo ya no sé qué es.