Omar sugiere que echemos un vistazo al Free Fringe. (Los espectáculos gratuitos del festival alternativo de Edimburgo). Yo lo estaba dejando pasar tontamente, pero él tiene una guía y vamos de un lado a otro viendo monólogos. Llegamos tarde a "The Three Sisters" y no podemos entrar en el que queríamos ver, así que esperamos un poco y vamos a otro, de un tal Smug Roberts. Bendito retraso, es el tercer show que vemos y con diferencia el que más me gusta. Llego a llorar de risa, y eso que no me entero de la mitad. Pero al ir a salir y dar la aportación voluntaria me doy cuenta de que sólo me quedan unos cuantos peniques y un billete de 20 libras. No voy a ponerme a pedirle cambio... Avergonzada, mascullo un agradecimiento al cómico y salgo corriendo. El que más me gusta y no le dejo nada. Hago la idea de volver otro día para solucionarlo.
Vamos a comer algo, consigo cambio y nos sentamos en una plaza de Grassmarket. Hace una noche preciosa y la zona está animadísima. Y muy, muy sucia. Es algo que me llama mucho la atención aquí: por lo menos durante el festival, los servicios de limpieza son a todas luces insuficientes, ya que los contenedores de basura y las papeleras están a rebosar y la gente deja las cosas en el suelo. No todo iba a ser perfecto.
El cuarto espectáculo acaba tarde y decidimos retirarnos. Esperamos el bus nocturno. Yo sólo tengo que recorrer tres paradas, pero es la una de la madrugada y tengo mi Ridacard semanal, así que lo cogeré también. Cuando entro, mi Ridacard no funciona. La paso una y otra vez y nada. El conductor me dice que ha expirado. Pero si la recargué el domingo y estamos a sábado... Exactamente. Como he dicho antes, es la una de la madrugada. Oficialmente domingo. Vale, saco la libra sesenta del billete y el conductor niega con la cabeza. ¿Qué pasa ahora? Pues que el nocturno vale tres libras. Parece que de noche el combustible es más caro. En serio, espero que los conductores de verdad cobren más por hacer ese turno, porque si no es un timo. Me doy cuenta de que hay un montón de gente detrás de mí, esperando para subir al bus mientras titubeo entre bajar y volverme andando o quedarme, así que pago porque me parece lo más sencillo y me siento. No por mucho tiempo, porque veo que el nocturno no va por el camino de siempre. Un clásico. La primera parada está más lejos de donde tenía que bajarme, y tengo que desandar el camino y volver a casa a pie. Otro clásico. Va por ti, Elvira.
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