martes, 31 de octubre de 2017

GRANDES ESPERANZAS, GORROS PEQUEÑOS

Desde que empecé a ir a The Welcoming, voy regularmente a unas sesiones de orientación laboral. Leon, el chico que las lleva, es un niño grande, arrollador, bromista y sin pelos en la lengua. Pero se lo toma en serio: trabajamos duro con mi CV, y sobre todo, con las solicitudes para postular a las ofertas de empleo del Ayuntamiento. Que son una pesadilla: no sólo tienes que rellenar infinidad de datos; tienes que venderte punto por punto. Y con su ayuda, ampliamos mi escueto “Soy muy amable” con una labia sin precedentes. Pero cada solicitud es diferente, así que tenemos que pasar por ese proceso una y otra vez. Él me dice que no me desespere, y me regala esta perla de sabiduría: “Si tiras suficiente mierda contra la pared, alguna se quedará pegada”.

Y parece que he tirado bastante, porque ayer hice la prueba para el súper y hoy ¡recibo un correo del servicio de bibliotecas públicas citándome para una entrevista! Así que llamo a Leon, nerviosita perdida, y le pregunto si me puede ayudar a ensayarla. Por supuesto que sí. La entrevista es el martes, así que me manda deberes para ir preparándola, y me cita para el lunes. Es la primera vez que me llaman del Ayuntamiento, así que sólo por eso ya estoy entusiasmada. 

También veo que empieza a hacer frío, y pienso que tendría que comprarme un gorro, porque dicen que la mayor parte del calor se va por la cabeza. Y con todas las fugas que tengo en esa parte del cuerpo, no quiero riesgos. Así que me dispongo a desesperarme buscando uno. No me decepciono: todos me quedan fatal. Con el primero que me pruebo parezco una seta. El segundo no me cabe. Con el tercero parezco una seta espachurrada a la que han intentado volver a dar forma con las manos. Tras no sé cuántos intentos, elijo el menos malo. Al volver a casa veo a una chica con un gorrito que le queda como si se lo hubiesen hecho a medida y cosido a la cabeza, el pelo perfecto, maquillaje y ropa impecables. Y me pregunto cómo lo hacen algunas. Yo siempre tengo el aspecto de haber estado dando volteretas en una colchoneta de velcro, aunque acabe de salir de la peluquería.

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