lunes, 27 de noviembre de 2017

NO PODÍA SER TAN FÁCIL

Como lo de la biblioteca no podía ser tan fácil, recibo un mensaje pidiéndome que rellene un cuestionario médico. Me pongo a ello, hasta que llego al apartado donde tengo que poner los datos de mi médico. Aún no me he registrado en ninguna consulta. Me sumerjo entusiasmada en el apasionante mundo de los General Practitioners (médicos de familia). Empiezo a llamar a diferentes consultas para registrarme: en una tengo que llamar los martes de 10 a 12, en otra tengo que ir antes de que abran, o sea hacia las siete y pico de la mañana y hacer cola para conseguir número para que me den el formulario; en otra me dicen directamente que no tienen huecos… Además, aquí encuentro a un colectivo que no parece muy escocés. En general, las personas que atienden son bastante secas. Como decía Smug Roberts, “huelen” que eres pobre y te tratan con un palito. 

Aviso a la biblioteca de lo que pasa, y me responden que no puedo empezar a trabajar sin tener un médico. Será que tienen previsto empujarme por las escaleras, qué se yo. Sudor frío por la espalda. Así que, después del fracaso con las llamadas, me presento en un centro y me dan cita para la semana próxima. Demasiado tarde, si empiezo a trabajar el 4, como me dijeron. Decido ir el día siguiente a una consulta que me pilla más lejos, pero que se supone que si vas temprano consigues hacerlo. Así que madrugo y a las siete y veinte de la mañana estoy en la calle, a 0 grados, en una cola formada ya por doce personas. Pero como me dijeron que daban 20 números respiro tranquila. Haciendo nubes de vaho, pero tranquila. Cuando al final me toca, me preguntan la dirección y cuando les digo mi calle (3 veces, porque no me entienden), me dicen que no me corresponde ese centro. Abrazo a las recepcionistas, les doy mi teléfono para que sigamos en contacto y en el camino de vuelta pierdo un guante.

En casa me envuelvo en una manta isotérmica, me hago un té y lo bebo directamente del hervidor y sigo probando con el teléfono a las horas precisas en que puedes llamar para pedir cita. Que son exactamente en el intervalo del primer y segundo canto del estornino pinto. Consigo una cita para este jueves con una recepcionista agradable, pero aún no estoy segura de que sea para registrarme o para hacer un paso previo. Preparo toda la documentación y ejecuto una danza chamánica destinada a agradar a los espíritus del NHS (Servicio Nacional de Salud). Y a entrar en calor, también.

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