Perder media vida rellenando la solicitud de Correos parece que ha valido la pena. Me han llamado para una entrevista. Mientras desayuno, Claire y yo observamos a las ardillas que están enredando en el jardín de la vecina. Recuerdo que me dijo que había visto un zorro en Inverletih Park y le digo que me gustaría ver uno. Me voy con tiempo a la cita, y Claire me desea buena suerte. Está lloviendo y llego calada al hotel donde han organizado las entrevistas. Cuando me toca, veo que ya estoy seleccionada: sólo tengo que presentar toda la documentación y elegir turno. Hay montones diferentes y cada uno tiene alguna ventaja y desventaja. El hombre que me atiende es muy paciente y amable, e incluso se ofrece a buscar en su móvil los horarios de los transportes para que pueda comprobar si podría llegar al turno que empieza más temprano o volver a casa si hago el que acaba más tarde. Elijo el que empieza antes, el 20 de noviembre. Cuando vuelvo a casa, se lo digo a Claire, pero dudo sobre cómo expresar mi alegría. Es inglesa, no quiero asustarla con gestos de afecto exagerados. Pero es ella la que se me acerca y me da un abrazo que casi me parte la espalda. Luego me dice que me ha llegado una carta. Me sorprendo, y más cuando no reconozco la letra. La abro y es la postal de un zorro. El mensaje: “Querías ver un zorro. Este es el zorro de “Dedos cruzados por un nuevo trabajo”. Pues sí que es efectivo, el zorro. Y linda, Claire.
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Postal de la buena suerte |
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