jueves, 21 de septiembre de 2017

NO ESTABA MUERTO, ESTABA DE PARRANDA...

Estoy algo inquieta por cómo voy a encarar el invierno. He decidido que quizá necesite un abrigo (los que he traído de Sevilla no han sido efectivos ni en verano) y compro dos. Pero en casa dudo. Uno supuestamente es resistente al agua (que no "waterproof". O sea, que si estoy bajo la lluvia lo suficiente, al final me calaré), y el otro es supuestamente muy cálido. No estoy muy segura de la efectividad de ninguno, así que hago la prueba de fuego. Me pongo el primero y salgo a la calle de noche. Si quiero devolverlo no puedo quitarle la etiqueta, así que la oculto metiendo en el bolsillo la manga donde la lleva y moviendo únicamente el otro brazo. Parezco Espinete. Me pelo de frío. Vuelvo a casa y repito la operación con el otro. Este es más cálido, definitivamente. Y cómo no, es el más feo de los dos. El día que alguien haga algo práctico y bonito a la vez, los pájaros se detendrán en mitad del vuelo.

En el coro, me doy cuenta de que estoy en el tono equivocado porque la chica que está a mi lado se calla. A la pobre le ha tocado entre las sopranos y yo. Y la estoy volviendo loca, pobrecilla. Me callo hasta que me doy cuenta de que efectivamente, no estoy en el tono correcto y cuando lo cojo (o eso creo), retomo la canción. Es mi tercer día allí y aún no me han echado.

Hablando de sordos, mientras estoy en la cocina me parece ver algo pequeño que se mueve rápidamente. Miro hacia donde he creído ver pasar lo que sea. Y sí, veo un ratón. Tenemos puesto un cacharro de ultrasonidos para disuadirlos de visitarnos, pero nos ha tocado el sordo. O el cacharro defectuoso. En fin, que no sé cuál es el Plan de Evacuación de Ratones, así que no hago nada. No hace falta. Cuando me cambio de posición sale pitando y desaparece por no sé dónde.

Así que no estaba muerto, estaba tomando cañas...


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