Acabo de tener la crisis de confianza definitiva. Estaba viendo la tele y oigo a una señora pronunciar “tomaato” (“tomate”, evidentemente). Yo toda la vida diciendo “toméito”. No me fío de la señora, aunque sea inglesa, y busco en el diccionario. Efectivamente, quién lo iba a decir, la nativa tenía razón y la extranjera (yo) no. Me pongo roja como un “tomaato”. Y pienso si también llevaré toda la vida equivocada con la pronunciación de “potato”, porque se escriben exactamente igual. Pues no, “potato” se pronuncia “potéito”. Mientras que “tomato” se pronuncia “tomaato” ¡Un poco de coherencia, por Dios! Así no se puede.
Me uno a un coro para seguir con la tarea de relacionarme con los locales y aprender a pronunciar los nombres de las verduras. Mi hermano, voz de sabiduría una vez más, me pregunta si no es tentar demasiado a la suerte. Que sí, que los escoceses serán muy majos y todo lo que quieras, pero a lo mejor lo de oírme cantar es demasiado para ellos y sacan su lado Braveheart. Yo también tengo mis dudas, pero decido arriesgarme y voy. Son todos muy agradables, y como me paso la mayor parte del tiempo haciendo playback porque ni me sé las canciones ni sé leer las partituras, al día siguiente no veo en los periódicos que hayan decidido adelantar el Brexit.
Claire y yo nos vamos de excursión. Visitamos el castillo de
Doune, donde los Monty Python rodaron parte de “Los caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores”. Felicidades a quien tradujo este título al español. La noche anterior, Claire decide poner la película para irnos ambientando. Se sabe diálogos enteros, las canciones… Está como un rebaño de cabras. Lo gracioso es que ella cree que soy yo la que no está muy fina, basándose en a saber qué.
Mientras Claire busca murciélagos en las grietas del castillo, yo voy siguiendo la audioguía, que está narrada por Terry Jones. Tiene una voz interesante, ahora que no está interpretando personajes femeninos. Aunque los datos son históricos mete alguna gansada y disfruto escuchándolo. En este castillo también se han rodado escenas de “Outlander”, y otra parte de la audioguía está narrada por el actor protagonista (Sam Heughan, lo he buscado en la Wikipedia), con referencias a la serie. Pero los Monty Python ganan por goleada: en la tienda de recuerdos venden cocos para hacer los efectos especiales de los caballos galopando, y te dicen que si quieres recrear alguna escena de “Los caballeros…”, pidas ayuda al personal del castillo, que estará encantado de asistirte. Tienen un cuaderno con anécdotas del rodaje y fotos de visitantes haciendo el payaso con los cocos o recreando otras escenas. Están locos, estos británicos.
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Castillo de Doune. (Doune, Perthshire) |
Comemos sentadas en la hierba que rodea el castillo mientras llueve. Pero cuando esa nube se va, nos deja un día espectacular. Damos una vuelta por los alrededores, cogemos moras, metemos los pies en el río y sí, el agua está helada. Cuando creo que se me van a partir las piernas, salgo y me seco en la hierba. Luego vamos a las cascadas de
Bracklinn en el Parque Nacional de los Trossachs. Para qué contar. Disfrutamos de la paz de esa zona, con el murmullo del agua de fondo.
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Cascadas de Bracklinn |
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Parque Nacional de los Trossachs |
Pasamos junto a un charco donde algún espabilado puso un cartel diciendo “Wishing well” (o “Pozo de los deseos”). Y lo mejor de todo es que han echado monedas. Nos reímos del humor del que puso el cartel y de la inocencia de quienes han depositado sus deseos en ese montón de barro. Y luego pedimos nosotras uno y tiramos una moneda. Las contradicciones del ser humano nunca dejan de sorprenderme.
Al ir a escribir esto, me arrepiento de no haberle sacado una foto. Busco en internet y encuentro una, así que escribo a los que la publicaron pidiéndoles permiso para incluirla aquí. Me responden rápidamente diciendo que sin problemas, súper majos. Y que esperan que disfrute de los paisajes de Escocia. Les respondo que quién no lo haría.