miércoles, 2 de agosto de 2017

MÁS AMABILIDAD

Trato de preparar las clases sin tener ni idea de lo que necesita el alumno (o la alumna. Identidad desconocida hasta ahora. Es lo que tiene la vida del espía).

Mientras, mi prima me llama por si la puedo ayudar con el inglés para un problema con un banco extranjero y estamos un buen rato intentando resolverlo. Esther también me llama diciendo que ya está aquí. Y yo tengo que acabar de preparar ejercicios antes de las cuatro porque la única imprenta que cobra un precio apto para corazones delicados cierra a las cinco y no está lo que se dice al lado de casa.

Cuando voy a salir, echo un último vistazo al ordenador. Vaya, me han mandado lo que necesita el alumno. Terminología sobre ingeniería, entre otros temas. No hay problema, ha dado con la persona adecuada. Yo, que no distingo entre un destornillador de estrella y uno de... ¿cómo se llaman, los que son planitos? Pues eso. Le digo a mi amiga que voy a tardar un poco más y me pongo a ello.

Tengo otro correo: el del seleccionador de personal de la Royal Blind School. Era amabilidad de verdad, entonces. Me dice que tengo razón en pensar que la experiencia con discapacitados era un factor importante, pero que mi inglés no fue ningún problema para ellos, que no me preocupe por eso. Que lo hice muy bien en la entrevista y que está seguro de que pronto encontraré un trabajo adecuado para mí. Alucinando, le contesto dándole las gracias por las molestias. Y todavía me vuelve a escribir ¡dándome las gracias a mí! Ya sé que no todo el mundo será así, pero debe de haber un porcentaje muy alto de gente maja aquí, porque me estoy encontrando un montón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario