martes, 1 de agosto de 2017

ENREDO

Escribo esto frente a un cielo espectacular. Son las diez y media de la noche y entre las nubes aún se cuela la luz, creando un juego de colores y sombras que no he visto en ningún otro sitio.

Me he pasado casi todo el día al ordenador preparando clases, cambiando el CV, registrándome en una agencia de trabajo, sufriendo un conato de infarto al ver la factura del teléfono e intentando usar otra tarjeta SIM para lo que queda de mes, sin éxito. Lo de la factura y la tarjeta ha sido el pistoletazo de salida para que el teléfono, que ha estado callado todo el día, de repente despierte y venga cargadito.

SMS de la academia. Que si puedo dar cuatro clases de dos horas cada una este jueves, viernes, sábado y domingo. Nivel intermedio, para ir apretando ya un poquito. Mañana viene mi amiga Esther a Edimburgo y pensaba pasar el día con ella. Va a ser que no. Menos mal que Ed aprieta pero no ahoga y ahora mi primer alumno anula la clase de mañana. Intentaré ver a Esther un ratito y enterrarme preparando clases el resto del día. Mientras contesto a la academia, recibo un mensaje de Omar, preguntando si quiero ir a ver los fuegos artificiales el viernes. ¿Fuegos?  ¿Dónde? ¿Cuándo?

Cerca de mi casa, a las ocho, pero podemos quedar antes. Le digo que claro, y que vivo cerca (mientras intento concretar con la de la academia las horas de las clases y pruebo a contactar con mi madre, que me ha llamado pero se ha cortado). Si quiere le puedo enseñar mi piso. Estoy tan contenta con él y no tengo a quién mostrárselo. Enseguida me doy cuenta de que los hombres no suelen volverse locos por ver pisos (tomando como referencia a mi padre), así que le digo que sólo si le apetece, que tampoco es un plan para tirar cohetes. Pero me dice que es estupendo, que le encantaría verlo. Se le ha debido pegar la cortesía británica. O quizá mi padre no representa a todos los hombres del mundo. Mientras intento activar la nueva SIM y localizar a mi madre voy cruzando mensajes con él y con la academia sobre mi disponibilidad. Me lío y me olvido de que tengo clase con el otro alumno, dando esa hora como disponible. Menos mal que se da cuenta y me lo hace ver. Ostras, es que así no se puede.

El viento otra vez, moviendo cosas. El tiempo ha estado muy loco hoy, no ha parado de llover hasta las ocho de la tarde, pero también ha brillado el sol como nunca (¡mientras llovía a mares!). Y claro, me tenía que llegar algo de eso. Sólo que al final del día y todo a la vez.

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