viernes, 21 de julio de 2017

JUEGOS

Sigo buscando Meetups para practicar inglés. Omar me sugiere uno de intercambio de italiano. Le respondo que prefiero que me hagan un tacto rectal. (En realidad le digo que no me apasiona la idea). Sigue buscando y me habla de uno de juegos de mesa. Ahora sí, muchacho.

Como siempre, me lío un poco para encontrar el sitio. Pero sólo un poco esta vez. Lo suficiente para llegar tarde. Omar ya está sentado en una mesa jugando a algo. Que ni él sabe lo que es. Me dice que hable con el organizador para que me coloque en algún sitio. Hay grupos sentados en diferentes mesas y estoy un poco perdida, porque todas las partidas parecen empezadas. Pero el organizador es muy agradable y me encuentra un grupo donde están buscando jugadores. 

Me presento, el resto se presenta y un chaval empieza a repartir fichas y cartas y a dar instrucciones. Por supuesto, no me entero de nada. Esta vez hay una dificultad añadida: como somos muchos jugando en diferentes sitios, hay bastante ruido. Así que en primer lugar no oigo, cuando oigo no entiendo, y cuando entiendo, no comprendo las reglas. Dónde me he metido.

Tomo las cartas pensando que iré cogiendo el tranquillo sobre la marcha. Las narices. Además, el juego es bastante "gore": las cartas son de monstruos, zombies, cabezas cortadas y demás delicadezas. Participo mucho en el juego, diciendo "¿Eh?" constantemente. Los chavales me van indicando cada vez y yo finjo que me entero. Hasta que me vuelven a decir lo que tengo que hacer, porque no lo he hecho. Ahora sería de mala educación irse, ¿no? Espero que la partida sea corta. 

Menos mal, acaba más o menos pronto, aunque se me hace larguísima. Y no me he enterado de nada de lo que había que hacer. Felicito al ganador y se extraña: "No, si no hemos acabado aún. Esta era la primera ronda de tres". Tierra trágame. Venga, voy a poner toda mi atención. Cuando me toca muevo mi ficha, orgullosa de saber ya cómo se cuenta. Pues no. Me dicen que lo que tengo que mover son puntos de sangre. Ah, pero ¿yo tenía puntos de sangre? ¿Cuándo los he conseguido? ¿Cómo lo hice? Y aún más importante, ¿qué demonios son los puntos de sangre? Porque yo he estado moviendo una ficha, pero ahora me doy cuenta de que tengo dos, y que la chica que tengo al lado me ha ido moviendo la segunda en otra parte de mi tablero, que veo ahora por primera vez. Se lo agradezco, avergonzada.

Por suerte nada dura eternamente, y aunque parece que la partida va a ser la excepción que confirme la regla, en un momento dado termina. 

Intento ocultar mi alivio y me despido del resto de los jugadores. Pero Omar aún está enfrascado en su juego. La mayoría de mis compañeros se ha marchado, pero queda una, Kathryn, que está buscando otra mesa donde jugar. La veo hablando con un chico que parece japonés, mientras me miran. Le estará contando mi brillante intervención. Pero no: al poco, el japonés se me acerca y me pregunta si quiero jugar con ellos. Qué remedio.

Este nuevo juego consiste en plantar campos de judías. Es tan apasionante como parece. Una vez más no me entero de nada, pero Kathryn, que tiene una paciencia a prueba de bombas, me indica lo que tengo que hacer cada vez que es mi turno. E incluso me sugiere alguna jugada para ayudarme. Es super linda, siento el impulso de abrazarla y decirle que la quiero. Se nos ha unido otro japonés que es un hueso duro de roer (jugando), y que al final nos hace reír porque se toma la partida muy en serio. Mientras que Kathryn y yo somos muy buenas, nos ayudamos todo el tiempo y regalamos nuestras judías cuando no podemos venderlas. Así que perdemos. Cuando acabamos, al menos siento que me he enterado del funcionamiento esta vez. De la mayor parte, digo. No salgo tan frustrada como del otro.

Reconozco que me gusta el ambiente. Es como cuando en un parque los niños se acercan a otros con toda la inocencia y preguntan "¿A qué juegas? ¿Puedo jugar?". Lo malo es que no me entere de nada, pero me gustaría volver cuando controle un poco más el idioma. Hay gente de todas las edades y nacionalidades y una atmósfera muy amistosa.

Omar acaba también su partida y nos vamos para Portobello. Le cuento mi bochornoso debut y él reconoce que tampoco se estaba enterando de nada en el primer juego. Y eso que él sí es bilingüe. Así que me siento un poco mejor. Pero creo que voy a tardar en volver.

No hay comentarios:

Publicar un comentario