El lunes nos preguntaron si queríamos ir a limpiar el martes también. Thomas y yo dijimos que ni mijita, no podíamos más.
Menos mal, porque el martes no deja de llover. Pero no puedo evitar acordarme de mis compañeros, limpiando en el exterior durante nueve horas bajo la lluvia.
Adam manda otro mensaje por si queremos ir el miércoles. Decimos que sí, ahora que estamos un poco más descansados. Le contesto por mí y por Thomas (porque no tiene saldo) y cuando me lo agradece le escribo "Nae bother" (algo así como "de nada"), diciéndole que Thomas me está enseñando escocés. Me responde riendo "Que dios te ayude". Pues sí.
Así que el miércoles me levanto a las 5 de la mañana casi feliz. Voy a ver de
nuevo a mis compañeros.
Aunque está nublado, vamos a pasar 9 horas al aire libre,
así que he llevado crema solar. Ofrezco a los demás y me pongo yo.
Federico me mira y se echa a reír, diciéndome que me he puesto demasiada. Por
lo visto parezco un arlequín albino. Sin dudarlo, se me acerca y empieza a
extenderme mejor la crema por la cara y se aplica la que me sobra en la suya,
sin parar de reír. Se ve que no es tiquismiquis.
He estado soñando con una taza de té mientras limpiábamos
los aparcamientos a 9 grados (puede que bajo cero) y un viento que ni en una actuación de Beyoncé. Cuando en el
descanso voy a la cocina, Thomas ya se está preparando uno. En la caja no quedan más bolsitas. Cuando Thomas me ve dándome cabezazos contra la
pared se ofrece a compartir la suya. Le digo, horrorizada, que no, que
entonces su té le quedará aguado (aquí esto es algo muy serio), pero insiste en
compartirla. No lo abrazo porque es británico y no quiero traumatizarlo.
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