Vaya día. Paco, mi profe de guión, me dijo que llamase a un amigo suyo que vive en Edimburgo y es "muy buena gente". Así que quedé con Javier, que sí, que será muy bueno y lo que tú quieras, pero vive fuera del mapa. Bueno, Portobello sale en el mapa, pero muy en el borde.
Javier me dice que el bus 26 va a Portobello, pero no pasa por esta zona. Busco en Google Maps y elijo una de las opciones que da. Después de dar vueltas para arriba y para abajo buscando el dichoso autobús, lo cojo. Pero nada más entrar en Portobello se desvía hacia Dios sabe dónde. Porque lo que soy yo, no tengo ni idea. Y como no conozco Portobello, no me doy cuenta de que se ha desviado hasta que me da por mirar el navegador. Primero pienso que sólo se ha salido un poco para coger a gente de otros barrios y volverá a entrar. Luego me doy cuenta de que a este paso voy a acabar en las islas Shetland. Me bajo, confiando en el navegador. Me indica que vaya hacia el norte. Se creerá que soy Magallanes, ¿cómo narices sé yo dónde está el norte? Así que voy como Dios me dio a entender, y está claro que no afinó mucho, porque el navegador y yo nos estamos volviendo locos mutuamente. Me temo que en algún momento salte alguna aplicación que me abofetee mientras me grita "¡TE HE DICHO QUE POR ALLÍ!!!" Aunque me hubiera ido bien.
Desesperada, decido dar media vuelta, admitir mi derrota y volver al cobijo del centro de la ciudad. Me llama Javier, preocupado. Le indico lo que veo, las paradas de autobús que hay por allí... No tiene ni idea de dónde estoy. Muy reconfortante. Le digo que no pasa nada, que me vuelvo para casa, pero me dice que no, que vuelva a la parada en la que me bajé, me pare donde me indica, y él viene a buscarme. Le digo que gracias de verdad, pero que me sabe mal que me estén esperando tanto tiempo, que estoy muy cansada, desanimada, que me he dejado mi insulina en casa... "Que no, mujer, vente a la playa con nosotros, que hay una fiesta y te esperamos, que no es molestia". Sí que es buena gente, mecachis.
Llego a mi parada justo cuando mi autobús se marcha. El otro no pasará hasta dentro de 20 minutos. Miro hacia arriba buscando a Ed Harris. Mientras espero aprovecho para escribir esto.
Llego a Portobello de nuevo. Al ir a llamar a Javier veo que la batería está al límite y el saldo también. Con el sofocón que le he dado a la chica de Google Maps los he fundido.
Al menos tengo la oportunidad de ver la playa, Ojalá pudiera bañarme (hoy hace calor), pero con el día que llevo, seguro que hay un tiburón blanco que también se ha despistado con Google Maps y ha acabado aquí con un hambre y una mala leche similares a los míos. No me la juego.
Al final encuentro a Javier, a Rocío, su mujer, y al pequeño Máximo, que es muy gracioso. Están con otra amiga española, María. Paco tiene razón, son encantadores. Tanto, que cuando me voy a marchar me ofrecen su casa mientras ellos se van de vacaciones a España, del 3 al 27 de julio. "Si no vamos a estar, qué más nos da, mujer. Así no tienes que preocuparte durante unas semanas del alojamiento. y nos riegas las plantas". Mi corazoncito, que la chica de Google Maps había endurecido hasta casi quebrarlo, se ablanda con la generosidad de esta gente. No sé qué decirles. Respondo que seguiré buscando trabajo y alojamiento, pero es un buen plan B. Rocío me dice que ni plan B ni nada, que cuente con ello y después ya me busco otra opción.
Hay gente maja en el mundo.
PS: Hace unos días vi que al lado de donde vivo hay un bus que lleva a Portobello. Si oísteis un grito sobrenatural el 25 de junio hacia las 20:30 h era yo cuando lo descubrí.
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