lunes, 19 de junio de 2017

ENTREVISTA DE TRABAJO II


Hoy tengo una entrevista de trabajo. En realidad, creo que ya me lo han dado y voy a concretar con ellos. Es que me llamaron por teléfono mientras estaba en un centro comercial y no me he enterado muy bien. Sí sé que es para un empleo de "Litter-picker", recogiendo basura en el Royal Highland Show, una feria de ganado.

He mirado cien veces en Google Maps cómo llegar a la agencia, y voy con tiempo. Decido comer en mi comedor favorito: en el césped de Princes Street Gardens, mirando el monumento a Scott.


Voy a Marks & Spencer a por algo de comer. Me pierdo dentro del centro. Tiene plantas, medias plantas donde sólo puedes acceder por escaleras pero no por el ascensor, yo qué sé... Cometo el error de coger el ascensor, que me deja no sé dónde y empiezo a subir y bajar por escaleras mecánicas, escaleras manuales, lianas... Y no encuentro la maldita salida. No hay problema, voy con tiempo suficiente a la entrevista. 

Si no me pierdo, claro. Y he vuelto a confiar en Google Maps. Y no me veas las indicaciones:


Veis el cachondeíto con Crichton Street, ¿no? Gira hacia la izquierda, luego a la derecha, a la izquierda otra vez, ahora a la derecha... ¡En la misma calle! ¡He pedido indicaciones de cómo llegar a un sitio, no la coreografía de la Yenka!

Y pasa lo que tiene que pasar: me pierdo. Jolín, si me he perdido en el Marks & Spencer, esto estaba cantado... Pero voy con tiempo. Hasta que ya no voy con tiempo, y me pongo a preguntar a todo el mundo como una loca. Con una dificultad añadida, el nombre de la calle donde está la agencia: Buccleuch St. Que no tengo ni idea de cómo se pronuncia, pero que saliendo de mi boca da la impresión de que voy a vomitar. Y nadie me entiende. Enseño el papel, pero tampoco ayuda mucho. Busco en mi Smartphone el teléfono de Adam, el reclutador, cuando ha pasado un minuto de las dos. Otro día hablaré de la tensa relación entre mi Smartphone y yo. Mientras corro por una calle que por lo visto luego cambia de nombre y es la que busco, intento encontrar el teléfono de Adam. Pero me entra una llamada. Es él, preguntando dónde estoy (llego 2 minutos tarde). Le digo, sin aliento, que no sé dónde, pero sé que estoy cerca. Me va a dar indicaciones, pero le entra una llamada a él, me dice que me deja y ahora me llama. Mientras encuentro la calle, pero ahora no encuentro el número. Ningún edificio tiene números. Y los que lo tienen están ordenados de una manera caprichosa. Como aquí no usan el sistema decimal, será que los números de las calles también tienen su propio sistema.

Entro en un pub para preguntar, y mientras hablo con el señor, me entra otra llamada de Adam. Me indica, mientras el señor del pub me indica también. No me entero de lo que me dice ninguno de los dos. Salgo del pub y me entra una llamada de mi madre. Le digo que entro a una entrevista de trabajo, que la llamo luego. Me llama mi hermano, le digo que entro en una entrevista de trabajo, que lo llamo luego, mientras sigo buscando la dichosa agencia. Llamo a una puerta que no tiene placa ni número ni picaporte, a lo mejor es una entrada a una dimensión alternativa. Entro apresurada, sudando, pregunto, y en efecto, allí hay un chico y una chica sentados y otro chico, sentado a una mesa, que me dice que es Adam. Me disculpo mientras intento apagar el Smartphone para que no me entren más llamadas. Adam me dice que me siente junto a los otros, tranquilizándome amablemente. Empieza a explicar las condiciones laborales. Intento entenderlo, aunque su inglés es bueno. No será escocés. Suena mi teléfono. Es Kevin, mi intercambio irlandés. ¿No está trabajando ahora? Además, ¿no había apagado mi móvil? Ah, no. Parece que olvidé darle a "Confirmar" Cuelgo rápidamente mientras me acuerdo de la madre de Ed Harris. Luego me entero de que por lo visto he sido yo quien ha llamado a todo el mundo y me estaban devolviendo las llamadas. Maldita sensibilidad táctil. 

Creo que ya no puedo empeorar mi imagen. Ah, sí puedo. Cuando los otros chicos se van y Adam me da la ficha que ellos rellenaron antes porque no se perdieron, veo que tengo que indicar mi número de móvil. Aún no me lo sé. Enciendo el teléfono viejo para ver mi contacto. Al ir a buscar el teléfono, tiro el bolígrafo al suelo. Al ir a recoger el bolígrafo, tiro la hoja de inscripción al suelo. Estoy yo por tirarme por la ventana, pero es un bajo. Y con la racha que llevo, seguro que calculo mal y me empotro contra la pared.

Escribo mi número en la ficha y apago rápidamente el móvil viejo, no sea que me llamen de la Galería del Coleccionista. Ahora me piden una persona de contacto. Pondré a Bill. No me sé su número. Enciendo el Smartphone para buscarlo y lo apago rápidamente, rogando porque no me entre ninguna llamada más (aún no sabía que era yo quien había llamado a todo el mundo). Me cago en todo, ahora me piden su dirección, y no me sé el código postal. Lo tengo anotado en el Smartphone de las narices. Lo enciendo mientras evito mirar a Adam y a la secretaria, rogando porque realmente estén a sus cosas y no me estén observando. No, no deben de estar mirándome porque si no estarían revolcándose de risa. 

Acabo mi juego de malabares con móvil viejo, Smartphone, ficha y bolígrafo y me acerco a Adam con la cabeza gacha, completamente agotada.  Farfullo una excusa sobre la falta de código postal de la casa de Bill (porque al final NO lo tenía anotado en el dichoso teléfono). Me dice, cordial, que no pasa nada. Me maravilla su flema, me trata como a una persona normal. ¿Toda esta amabilidad será de verdad? Porque nos ha dado un discurso que me ha dejado escamada (la parte que he entendido, mientras encendía y apagaba móviles). Nos preguntó si éramos diabéticos, alérgicos a algo, si necesitábamos refrigerar alguna medicina... Que si no nos gusta el trabajo y queremos dejarlo en algún momento, que lo entiende, y que si tenemos problemas con alguien, le llamemos y se planta allí para darle un cosqui; que si no estamos de acuerdo con el cuadrante y creemos que nos han pagado de menos, él nos adelanta la diferencia hasta que se aclaren las cosas... Busco la cámara pero no la encuentro.

En fin, que sí era posible superar mi primera entrevista en la tienda. La tercera sale en los periódicos.

Y casi lo olvido: al volver a casa, entro en el baño y pillo a Bill orinando. Farfullo un "sorry" y salgo pitando. Casi me dejo los dientes en mi prisa por subir las escaleras. Luego me llama para disculparse y me dice, riendo, que lo siente, que no sabía que estaba en casa. Díita llevo.

PS: Lo del teléfono no acaba: una vez en casa, recibo una llamada ¡de mí misma!!! 

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